domingo, 23 de octubre de 2011

SAN ANTONIO MARÍA CLARET

BREVE BIOGRAFÍA DE SAN ANTONIO MARÍA CLARET


INFANCIA Y JUVENTUD


   Antonio María Claret y Clará nació en Sallent (Barcelona, España) el 23 de diciembre de 1807. Desde muy niño, sintió la rudeza de lasdisputas humanas, como la guerra popular contra Napoleón, que había invadido España. Hasta los sacerdotes del pueblo se habían sumado a la lucha. En 1812 se promulgaba la nueva Constitución, conocida como "La Pepa".


   Mientras, Antonio crecía colaborando en los telares de sus padres, que se dedicaban al comercio textil. Pero a pesar de ser un niño como otro cualquiera, era sumamente piadoso; sus mayores devociones fueron la Sagrada Eucaristía y la Virgen Nuestra Señora. Ese amor profundo se palpaba en una atenta asistencia a la Santa Misa, en sus continuas visitas a Jesús en el Sagrario y en el rezo diario del Santísimo Rosario.


   Siendo un adolescente, consiguió de su padre ir a estudiar la maestría del arte textil en Barcelona; allí trabajaba de día y estudiaba por la noche, por lo que nuestro Santo supo muy pronto lo que costaba ganarse la vida. Sin embargo, esta experiencia, lejos de su familia, en medio de personas impías y mundanas, fue un duro golpe en el corazón candoroso del joven Antonio, que desilusionado, pensó entrar en la Cartuja.


   No obstante, la fama de piedad de San Antonio María Claret, que entonces tenía 21 años, llegó a oídos del Obispo de Vic, Mons. Pablo de Jesús Corcuera. Al cabo de un año, decidió ir a vivir a la Cartuja de Santa María de Montealegre, pero cuando iba de camino, una providencial tormenta de verano, le hizo retroceder de nuevo hacia Vic.


   Poco tiempo después, nuestro San Antonio pasó la prueba de fuego de la castidad en una tentación que le sobrevino un día en que yacía enfermo en la cama. Vio que la Virgen se le aparecía y, mostrándole una corona, le decía: "Antonio, esta corona será tuya si vences". De repente, todas las imágenes obsesivas desaparecieron de por vida. 


   Después de varias entrevistas con el Obispo de Vic, ingresó en el Seminario Diocesano, donde trabó una profunda amistad con Jaime Balmes. En esta época San Antonio entró en un profundo contacto con la Biblia, que le impulsaría a un insaciable espíritu apostólico y misionero.


SACERDOTE EN ÉPOCA DE PERSECUCIÓN


   A los 27 años, el 13 de junio de 1835, festividad de San Antonio de Padua,  el Obispo de Solsona, Fray Juan José de Tejada, le confería el Sagrado Orden, junto con otros compañeros seminaristas. Su primera Misa la celebró en la parroquia de Sallent el día 21 de junio; de hecho, éste fue su primer destino.


   La situación en España empeoraba: los constitucionales, imitadores de la Revolución Francesa, se habían adueñado del poder. En las Cortes de 1835 se aprobaba la supresión de todos los Institutos Religiosos. Se incautaron y subastaron los bienes de la Iglesia y se azuzó al pueblo para la quema de conventos y matanza de frailes. Contra este desorden pronto se levantaron las provincias de Navarra, Cataluña y el País Vasco, estallando la guerra civil entre carlistas e isabelinos.


   A pesar del espectro político español, San Antonio María Claret, joven sacerdote, con tan sólo 31 años, se entregaba en cuerpo y alma a su labor de pastor de almas. Sin embargo, sus ansias apostólicas le inspiraron ir a Roma, para inscribirse en "Propaganda Fide", con objeto de ir a predicar el Evangelio a tierras de infieles.


MISIONERO APOSTÓLICO EN CATALUÑA


   De esta forma, en 1841, con 33 años, recibió de Roma el título de Misionero Apostólico. A partir de entonces su trabajo fue misionar. En la provincia de Vic, siempre a pie, con un mapa de hule, su hatillo y su breviario, caminaba por la nieve o en medio de las tormentas, hundido entre barrancos y lodazales. Se juntaba con arrieros y comerciantes y les hablaba del Reino de Dios. Y los convertía. Sus huellas quedaron grabadas en todos los caminos. Las catedrales de Solsona, Gerona, Tarragona, Lérida, Barcelona y las iglesias de otras ciudades se abarrotaban de gente cuando hablaba el Padre Claret.


   Caminando hacia Golmes le invitaron a detenerse porque sudaba; él respondía con humor: "Yo soy como los perros, que sacan la lengua pero nunca se cansan".


"Padre, confiese a mi borrico" -le dijo un arriero con tono burlón. "Quien se ha de confesar eres tú -respondió Claret- que llevas 7 años sin hacerlo y te hace buena falta". Y aquel hombre se confesó.




MISIONERO APOSTÓLICO EN LAS ISLAS CANARIAS


    El 6 de marzo de 1848 salía de Cádiz para las Islas Canarias con el recién nombrado Obispo Buenaventura Codina ( en proceso de Beatificación ). Desde el Puerto de la Luz de Gran Canaria hasta los ásperos arenales de la isla de Lanzarote, resonó la convincente voz del Padre Claret. 


   Misionó en los pueblos de Telde, Agüimes, Arucas, Gáldar, Guía, Firgas, Teror, Moya ( 1 )... El Padre Claret tuvo que predicar en las plazas, sobre los tablados, al campo libre, entre multitudes que lo acosaban. A pesar de una pulmonía no cesó en su intenso trabajo. En Lanzarote da misiones en Teguise y Arrecife.


   Empleó quince meses de su vida en las Islas Canarias, y dejó atrás conversiones,  prodigios y profecías. Los canarios vieron partir con lágrimas en los ojos un día a su "Padrito", como cariñosamente lo habían apodado. Era en los últimos días de mayo de 1849. Aún hoy perdura su recuerdo.


  "Estos canarios me tienen robado el corazón... será para mí muy sensible el día en que los tendré que dejar para ir a misionar a otros lugares, según mi ministerio" (Carta al obispo de Vic, 27 de sept.). Por tales palabras, su corazón se encuentra en un hermoso relicario, en la Catedral de Santa Ana, regalo de los Claretianos a la ciudad que "robó el corazón" a su Santo Fundador.


   San Antonio María Claret por la profunda huella que dejó en estas islas, fue nombrado compatrón de la Diócesis de Canarias.


FUNDADOR


   Poco después, el 16 de julio de 1849, a las tres de la tarde en una celda del seminario de Vic fundaba San Antonio María Claret la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Tenía 41 años. Eran los Cofundadores los PP. Esteban Sala, José Xifré, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas y Jaime Clotet.


   "Hoy comienza una gran obra" -dijo el Padre Claret.


¿Cómo serán los Hijos del Inmaculado Corazón de María?


  "Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas"


   Pero San Antonio María Claret, intervino en otras muchas fundaciones, como Director Espiritual de Santa Micaela del Santísimo Sacramento, Fundadora de las Adoratrices y Santa Joaquina de Vedruna, Fundadora de las Carmelitas de la Caridad. 


   Intervino además, directa o indirectamente en otras fundaciones: con Joaquím Masmitjà, fundador de las Hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, con D. Marcos y Dña. Gertrudis Castanyer fundadores de las Religiosas Filipenses, con María del Sagrado Corazón fundadora de las Siervas de Jesús, con Ana Mogas fundadora de las Franciscanas de la Divina Pastora. Le encontramos con Fracesc Coll fundador de las Dominicas de la Anunciata. También tuvo parte en la fundación de las Esclavas del Corazón de María, de la M. Esperanza González... 


ARZOBISPO DE SANTIAGO DE CUBA


  Por sus incontables méritos y su fama de santidad, el Padre Claret fue nombrado Arzobispo de Santiago de Cuba el 4 de octubre de 1849 y el día 6 de octubre de 1850 era consagrado obispo en la catedral de Vic. Tenía 42 años. 


 Seis años gastaría nuestro Santo en la Diócesis de Santiago de Cuba, trabajando incansablemente, misionando, sembrando el amor y la justicia en aquella isla en la que la discriminación racial y la injusticia social reinaban por doquier.


   Fue un Arzobispo evangelizador por excelencia.  Renovó todos los aspectos de la vida de la Iglesia: sacerdotes, seminario, educación de niños, abolición de la esclavitud...  En cinco años realizó cuatro veces la visita pastoral  de la Diócesis.


  Se enfrentó a los capataces, les arrancó el látigo de las manos... Un día reprendió a un rico propietario que maltrataba a los pobres negros que trabajaban en su hacienda. Viendo que aquel hombre no estaba dispuesto a cambiar de conducta, el Arzobispo intentó darle una lección. Tomó dos trozos de papel, uno blanco y otro negro. Les prendió fuego y pulverizó las cenizas en la palma de su mano. "Señor, -le dijo- ¿podría decir qué diferencia hay entre las cenizas de estos dos papeles? Pues así de iguales somos los hombres ante Dios".


  Pero ni siquiera en Cuba le dejaron en paz sus enemigos; como Nuestro Señor, todos los Santos han sido perseguidos y calumniados. La tormenta de atentados llegó al cúlmen en Holguín, donde fue herido gravemente por un sicario a sueldo de sus enemigos, al que había sacado poco antes de la cárcel, cuando salía de la iglesia. Casi agonizando, pidió que perdonaran al criminal. A pesar de todo, sus enemigos siguieron sin perderle de vista.


CONFESOR DE LA REINA ISABEL DE ESPAÑA


   El 18 de marzo de 1857 fue nombrado Capellán de la Reina Isabel II de Borbón; San Antonio María Claret, aceptó receloso, pero poniendo tres condiciones: no vivir en palacio, no implicarle en política y no guardar antesalas teniendo libertad de acción apostólica.


   Tenía 49 años cuando regresó de Cuba. Pero el Obispo Claret no había nacido para cortesano. En los 11 años que permaneció en Madrid, su actividad apostólica en la Corte fue intensa y continuada. Pocas fueron las iglesias y conventos donde su voz no resonara con fuerza y convicción. Desde la iglesia de Italianos, situada en la actual ampliación de las Cortes y desde la iglesia de Montserrat, donde está situado actualmente el Teatro Monumental, desarrolló una imparable actividad. Principalmente se hizo notar en sus misiones al pueblo y en sus ejercicios al clero.


   Restauró El Escorial y organizó en él un centro de estudio.


   "Pero en la corte me sentía como un pájaro enjaulado... como perro atado... Tengo unos deseos tan grandes de salir de Madrid para ir a predicar por todo el mundo que no lo puedo explicar... Sólo Dios sabe lo que sufro... Cada día tengo que hacer actos de resignación conformándome a la voluntad de Dios..."


   "No tengo reposo, ni mi alma halla consuelo sino corriendo y predicando".


APÓSTOL DE LA PRENSA


   Siendo muy santo, pero amigo de los medios de la época, que como hoy sucede con internet, bien empleados pueden servir para predicar y dar mucha gloria a Dios, San Antonio María Claret usó de la imprenta para misionar.


   Así, escribió unas 96 obras propias (15 libros y 81 opúsculos) y otras 27 editadas, anotadas y a veces traducidas por él. Sólo si se tiene en cuenta su extrema laboriosidad y las fuerzas que Dios le daba, se puede comprender el hecho de que escribiera tanto llevando una dedicación tan intensa al ministerio apostólico. Claret no era solamente escritor. Era propagandista. Divulgó con profusión los libros y hojas sueltas. En cuanto a su difusión alcanzó cifras verdaderamente importantes.


   Jamás cobraba nada de la edición y venta de sus libros; al contrario, invertía en ello grandes sumas de dinero. ¿De dónde lo sacaba? De lo que obtenía por sus cargos y de los donativos.


   "No todos pueden escuchar sermones... pero todos pueden leer..."
   "El predicador se cansa... el libro siempre está a punto... Son los libros la comida del alma..."


   Entre el centenar de obras de todos tamaños que escribió, destacan: "Avisos" a toda clase de personas. "El Camino Recto", "El Catecismo explicado", "El colegial instruido".


DESTERRADO DE ESPAÑA


   El 18 de septiembre de 1868, la Revolución, ya en marcha, era incontenible. Aconteció el destronamiento de la Reina Isabel II. Con la derrota del Ejército isabelino en Alcolea caía Madrid, y la Revolución, como un reguero de pólvora, se extendió por toda España.


   El día 30, la familia real, con algunos adictos y su confesor, salía para el destierro en Francia. Primero hacia Pau, luego París. El Obispo Claret tenía 60 años entonces.


   Los desmanes y quema de iglesias se prodigaron, cumpliéndose otra de las profecías del P. Claret: la Congregación tendrá su primer mártir en esta revolución. En La Selva del Camp caía asesinado el P.Crusats.


   El 30 de marzo de 1869, San Antonio María Claret se separaba definitivamente de la Reina y se iba a Roma, donde participaría en el Concilio Vaticano I; con respecto a la infabilidad  Papal, uno de los temas más debatidos, el Santo Obispo dijo: "Llevo en mi cuerpo las señales de la Pasión de Cristo, -dijo, aludiendo a las heridas que sufrió en Cuba- ; ojalá pudiera yo, confesando la infalibilidad del Papa, derramar toda mi sangre de una vez".


ÚLTIMOS DÍAS


   En agosto de 1870 se refugió en el monasterio cisterciense de Fontfroide. En aquel cenobio, cerca de Narbona, fue acogido con gran alegría por sus moradores.


   "Me parece que ya he cumplido mi misión, en París y en Roma he predicado la ley de Dios... En París como capital del mundo, en Roma capital del catolicismo, lo he hecho de palabra y por escrito, he observado la santa pobreza...


   El día 4 de octubre tuvo un ataque de apoplejía. El día 8 recibió los últimos sacramentos e hizo la Profesión Religiosa como Hijo del Corazón de María, a manos del Padre Xifré.


   Llegó el día 24 de octubre por la mañana. Todos los religiosos se habían arrodillado alrededor de su lecho de muerte. Entre oraciones, San Antonio María Claret entregó su espíritu en manos del Creador. Eran las 8:45 de la mañana y tenía 62 años.


   Su cuerpo fue depositado en el cementerio monacal con una inscripción de Gregorio VII que rezaba: "Amé la justicia y odié la iniquidad, por eso muero en el destierro".


   El 7 de mayo de 1950 el Papa Pío XII lo proclamó SANTO. Estas fueron sus palabras aquel memorable día: "San Antonio María Claret fue un alma grande, nacida como para ensamblar contrastes: pudo ser humilde de origen y glorioso a los ojos del mundo. Pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante. De apariencia modesta, pero capacísimo de imponer respeto incluso a los grandes de la tierra. Fuerte de carácter, pero con la suave dulzura de quien conoce el freno de la austeridad y de la penitencia. Siempre en la presencia de Dios, aún en medio de su prodigiosa actividad exterior. Calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y, entre tantas maravillas, como una luz suave que todo lo ilumina, su devoción a la Madre de Dios".


MILAGRO EUCARÍSTICO DE SAN ANTONIO MARÍA CLARET


   El amor al Santísimo Sacramento le devoró el corazón durante toda su vida. La vivencia de la presencia de Jesús en la Eucaristía, en la celebración del Santo Sacrificio de la Misa o en la adoración de Jesús Sacramentado, era tan profunda que no la sabía explicar. "Sentía y siento su presencia tan viva y cercana que me resulta violento separarme del Señor para continuar mis tareas ordinarias".


   Quizás por esto, porque le costaba separarse de Jesús Sacramentado, el Señor le concedió un privilegio incomparable: la conservación de las especies sacramentales de una comunión a otra durante nueve años. Así lo escribió en su Autobiografía:


   "El día 26 de agosto de 1861, hallándome en oración en la iglesia del Rosario de La Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales, y tener siempre día y noche el Santísimo Sacramento en mi pecho. Desde entonces debía estar con mucho más devoción y recogimiento interior. También tenía que orar y hacer frente a todos los males de España, como así me lo manifestaba el Señor en otras oraciones."




( 1 )  PEQUEÑO MILAGRO EN LA VILLA DE MOYA; 
RELATO DE ANTOÑITA RODRÍGUEZ


   Este pequeño relato lo escuché varias veces de los labios de Antoñita Rodríguez, una santa mujer, que no sabía hacer otra cosa más que trabajar y rezar y de la que os prometo hablar con más calma, en otra ocasión. 


   Antoñita Rodríguez, que era natural de Moya, un pueblecito del norte de la isla de Gran Canaria, donde crecí y viví muchos años. Era devotísima de San Antonio Mª. Claret y siempre me inculcó ese amor por el “Padrito”, como le conocemos en Canarias. 


   Cuando un día, allá por 1998, le pregunté de dónde le venía semejante afición al Santo, sorprendida me respondió: - Pero cómo, mi niño, ¿tú no sabes que San Antonio María Claret le hizo un milagro a mi abuela cuando vino a predicar las misiones a Moya?. A mí se me alegró el alma; aquella nonagenaria, a pesar de estar casi ciega y algo limitada físicamente, tenía una mente clara y una memoria envidiable. Por eso, raudo le contesté : - Pues no, pero cuente, cuénteme Antoñita. 


   Entonces, ella, como siempre que me iba a contar algo importante, garraspeó suavemente y se irguió en el asiento.  -” Pues mira, mi niño: mi abuela, que vivía al lado mismo de esta casa, cuando se enteró que había llegado un Misionero a la iglesia para predicar, se arregló, dejó al niño, que era mi padre, acostado en su cunita y se fue rápida a escucharle.


   Iba algo apurada porque sabía que llegaba tarde. De hecho, cuando llegó a la iglesia, ya San Antonio María Claret estaba predicando desde el púlpito. Mi abuela se situó al final de la muchedumbre que llenaba la iglesia, pero, para su sorpresa, el Santo fijó sus ojos en ella y en voz alta advirtió: “ La señora que acaba de llegar, que vuelva rápida a su casa porque se le va a quemar.”


   Sin pensarlo, mi abuela corrió de nuevo hacia la casa; la idea de tener a su niño en la cuna y que la casa se incendiase casi la ahoga; al llegar, vio que las piñas de millo (mazorcas) que tenía secándose en la fachada de la casa, estaban ardiendo… gracias a San Antonio María Claret, llegó a tiempo de sofocar el fuego y evitar que su hijo muriese”.







No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.