sábado, 7 de septiembre de 2013

MADRE DE LOS PECADORES


Madre mía amantísima, ¿cómo es posible
que teniendo Madre tan Santa sea yo tan malvado?
¿Una Madre ardiendo en amor a Dios
y yo apegado a las criaturas?
¿Una Madre tan rica en virtudes
y yo tan pobre en merecimientos?

La estampa se puede imprimir, doblar a la mitad, pegar y plastificar. Una sencilla estampa como ésta,
 puede tocar más los corazones que un sermón de una hora. ¿Te animas a difundirla?
 Nuestra Señora siempre premia a sus devotos, a los que realmente la quieren y la dan a conocer, 
sin miedo ni vergënza alguna.

Madre mía amabilísima, no merezco ser tu hijo,
pues me hice indigno por mi mala vida.
Me conformo con que me aceptes por siervo;
y para lograr serlo, aun el más humilde,
estoy pronto a renunciar a todas las cosas.

Con esto me contento, pero no me impidas
poderte llamar Madre mía.
Este nombre me consuela y enternece,
y me recuerda mi obligación de amarte.

Este nombre me obliga a confiar siempre en Ti.
Cuanto más me espantan mis pecados
y el temor a la Divina Justicia,
más me reconforta el pensar
que Tú eres la Madre mía.

Permíteme que te diga: Madre mía.
Así te llamo y siempre así te llamaré.
Tú eres siempre, después de Dios,
mi Esperanza, mi Refugio y mi Amor
en este valle de lágrimas.

Así espero morir,
confiando mi alma en tus santas manos
y diciéndote: Madre mía, Madre mía María;
ayúdame y ten piedad de mí. Amén.


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