lunes, 12 de junio de 2017

EL PURGATORIO O LA ESPERANZA DE VER A NUESTRO SALVADOR


    Las Almas en el Purgatorio tienen la voluntad, los deseos, en concordancia con la Voluntad de Dios, quien arroja sobre ellos Su bondad, y ellos, hasta donde pueden, son felices y se limpian de todos sus pecados. 

   En cuanto a la culpa, estas Almas llegan a estar limpias como lo estaban cuando Dios las creó. Dios perdona sus culpas inmediatamente al dejar este mundo si ha habido confesión de los pecados y arrepentimiento o voluntad de no cometerlos más. 





   Solo las manchas que han dejado los pecados es lo que deberá limpiarse mediante el fuego. Y una vez limpias de toda culpa y unidas ala voluntad de Dios, ellas ven con claridad el grado en el cual Él se les revela y ven cuán importante es disfrutarlo a Él, y que estas Almas han sido creadas para este fin.

   Además, son llevadas a unirse con Dios y movidas hacia Él en tal sabiduría, con Su natural instinto hacia las Almas funcionando en ellas, que ni argumentos ni figuras ni ejemplos podrían hacerlo claro cuando la mente conoce esto por medio de su sentimiento interno y lo comprende. Deseo, no obstante, hacer una comparación que viene a mi mente.

   Una comparación para mostrar con qué empuje y qué amor las Almas en el Purgatorio desean disfrutar a Dios. Si en todo el mundo no hubiera más que un pedazo de pan para saciar el hambre de todas las criaturas, y si ellas se vieran satisfechas sólo por verlo; entonces el hombre, si fuera saludable con instinto para comer, si ni comiera ni enfermara ni muriera, su hambre crecería incesantemente porque su instinto de comer no disminuiría.

   Sabiendo que sólo había ese pedazo de pan para satisfacerlo, y que aún estará hambriento, él caerá en un insoportable dolor. Tanto más si se acercara al pan y no pudiera verlo, su anhelo se reforzaría, su instinto se fijaría en ese deseo completamente. Si él estuviera seguro de no volver a verlo, estaría en el Infierno.

    Así pasa con las almas de los condenados que no tienen esperanza de ver su pan, que es Dios, el Verdadero Salvador, que les ha sido quitado. Pero las Almas en el Purgatorio tienen la esperanza de ver ese pan y se sienten satisfechas con ello. Por eso, sufren hambre, y soportan la pena que hará posible satisfacerlas con el Pan que es Jesucristo, Verdadero Dios, Salvador y nuestro Amor.



TRATADO DEL PURGATORIO
Santa Catalina de Génova






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