domingo, 27 de agosto de 2017

CON DIOS A SOLAS ( XXIII ) por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo

Cumplan estas MEDITACIONES-LECTURAS el fin que me he propuesto, o sólo resulten un poco de ceniza fría en lugar de brasa encendida, te las presento con el deseo de que Dios, por medio de ellas, te ayude y esfuerce a vivir santamente en tu retiro la vida espiritual, la vida verdaderamente santa y que más alegrías y dulzuras hace gustar aun en este mundo.


(Padre Valentín de San José, en el prólogo de "Con Dios a solas")




     Mi obligación es amar y vivir todas las obligaciones y obras que enseña el amor de Dios. Jesús nos dijo: "Aquel que me ama de verdad cumple mis mandamientos, y el primero de todos es amar a Dios con todas las fuerzas. El amor de Dios ha de ser mi guía y mi maestro; el amor de Dios me enseñará la abnegación y la caridad; el amor de Dios me está llamando para vivir en Dios y su vida y me enseña a buscarle y escucharle y acompañarle en la oración, que es trato de amor y ejercicio de amor.

     El amor de Dios es santo y la santidad misma; tiene por fruto las virtudes. El que ama pertenece al corazón de la Iglesia. La santidad es amor y al amor está ofrecida esta mi Orden y tiene por fin vivir las obras del amor. 

     Si quiero ser el corazón de la Iglesia, como es mi deber y el fin de mi Orden, quedo obligado a vivir ininterrumpidamente escondido en el pecho y el Amor de Dios. Mostraré mis pulsaciones y mi amor por las obras que realice. Dios me ha señalado como fin en su Iglesia amar, expiar, comunicar calor y vida a todos los demás miembros del Cuerpo Místico de Cristo, llorar los pecados, apostasías e incredulidad de todos los hombres sin excepción; rogar por los apóstoles del Señor para que sean santos y por todos los católicos, para que sean fieles y por todas las almas, para que vengan a vivir la luz de Cristo.



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